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METEOR
Prefacio del autor
“No es posible investigar y escribir sobre la historia de Chile sin
encontrarse con Benjamín Vicuña Mackenna. Realmente no
importa si se trata de la historia precolonial, la guerra de
independencia, el desierto de Atacama, la minería de plata, la
corrupción en los altos mandos, los inventos de maquinaria agrícola
del siglo XIX o algunos de los criminales más infames de la nación,
porque este formidable autor escribió sobre todo esto y mucho
más. Registró la historia copiosamente, pero también, muy a
menudo, fue creador activo de la misma.
Vicuña Mackenna jugó un importante rol en Perú en uno de los
violentos cambios políticos que agitaron a dicho país. Sucedió de
igual manera en el México ocupado por Francia y en tantos otros
lugares donde los activistas sudamericanos buscaban una
respuesta (siguiendo el modelo norteamericano) a las agresiones de las potencias
europeas; potencias que los habían
dominado durante casi cuatro siglos.
Fue un chileno imbuido de gran
sentido patriótico, pero también
estaba comprometido con la causa
de independencia de los países
hermanos.
Viajó mucho, aunque dos veces
como exiliado. Conocía Europa y
Estados Unidos mejor que la mayoría
de sus respectivos ciudadanos;
estaba inmerso en sus historias y
culturas. Observó de cerca los
horrores de la guerra franco-prusiana
y estuvo en París después de la
Comuna. Registró todo y reportó
como corresponsal extranjero de
periódicos en Chile.
Vicuña Mackenna también estuvo en
los Estados Unidos tras la Guerra
Civil y el asesinato de Abraham Lincoln. Es en este contexto donde descubrí a este
fascinante personaje. Me preparaba para escribir el libro sobre la guerra de 1865-66
entre España y Chile, centrándome en el bombardeo a la antigua ciudad portuaria de
Valparaíso, cuando encontré una extraña pero seductora
crónica: un agente confidencial enviado a Nueva York
para lograr que el gobierno de los Estados Unidos
ayudara en la causa chilena y, muy discretamente,
buscara y comprara armas y buques de guerra con los
que se podría someter, o enviar al fondo de la bahía de
Valparaíso, a la parte de la armada española que tenía
bloqueado el puerto. Ese agente era Vicuña Mackenna,
el mismo que terminó dos veces en los tribunales de
Nueva York, siendo una de esas veces por intentar
comprar el Meteor, barco construido para la guerra Civil
Norteamericana y que era, en ese momento, el velero
más rápido a flote.
Era una historia fascinante que pedía a gritos una
investigación profunda y una narración completa. Esto significó considerar la saga del
bombardeo desde una nueva perspectiva. Inicialmente la había descrito desde el punto
de vista de los extranjeros, especialmente la de los comerciantes que dominaron
Valparaíso a mediados del siglo XIX. Ahora, requería abordar los eventos desde una
perspectiva predominantemente chilena. También necesitaba entender cómo se
percibía el comportamiento y las acciones del agente confidencial en un Estados
Unidos magullado y que aún sufría el impacto del conflicto más sangriento y ruin de su
historia.
La historia del Meteor se relata en la segunda parte de este libro. Sin embargo,
mientras investigaba y escribía, advertí que no podía limitarme solo a esos 10 meses
en la vida de Vicuña Mackenna. Era obvio que, cualesquiera que fueran los fracasos y
sus ingenuos esfuerzos en Nueva York, yo estaba lidiando con una personalidad
extraordinaria. Él fue un gran hombre. Y habría sido un gran hombre en cualquier país
de esa época. Sin embargo, fuera de su tierra casi no se lo conoce, e incluso en el
mismo país escasamente hay una huella de su gestión. En inglés, apenas hay escritos
sobre él, y en español no hay una historia completa y actualizada de su vida. No es de
extrañar pues la corta, abarrotada e hiper productiva vida de Vicuña Mackenna no
podría tratarse en menos páginas de las que comprenden sus propios libros de historia,
muchos de los cuales superan las 1000 páginas. No pude hacer el trabajo; pero aun
así, pensaba que la historia del Meteor no podía narrarse sin el adecuado contexto: los
previos, idealistas y aventureros años jóvenes, y los dinámicos y maduros años
posteriores.
Al hacerlo, no quería reflexionar tanto sobre su enorme producción de obras escritas
como sobre sus logros prácticos y políticos. Sus obras impresas ocupan más de 60
páginas de bibliografía; sus contribuciones escritas y orales como diputado electo del
Congreso de Chile ascienden a más de 700 artículos, a los que se suman 1100
artículos periodísticos, sin contar los publicados en la prensa extranjera Feliú Cruz, G.
(1931). Las Obras de Vicuña Mackenna. Santiago de Chile : Universidad de Chile..
Sus volúmenes de historia han sido revisados más que suficientes veces por
historiadores profesionales. No fui capaz de agregar nada a ese erudito cuerpo de
pensamiento crítico, ni quise hacerlo. Más bien, me había impresionado la
extraordinaria capacidad de Vicuña Mackenna para hacer historia a más de registrarla.
Una y otra vez, hizo que las cosas sucedieran. Ser "práctico", ser "productivo", cumplir
las promesas, son todos términos de la gestión moderna y de la política actual. A pesar
de toda su destreza intelectual, de toda la densidad de su comprensión y experiencia
cultural, ahí hubo una persona, de hace un siglo y medio, cuyo lado fuerte, práctico e
impaciente cambió una sociedad, en su mayor parte, para mejor.
Al principio fue un revolucionario; aunque tal vez sea mejor llamarlo un romántico
liberal bajo el molde europeo, especialmente el de Francia. Luchó por las causas anti-
conservadoras de la década de 1850. Más tarde consiguió ayuda para las viudas de
guerra y sus hijos, insistiendo en la deuda que la sociedad tenía con sus militares.
Cambió el sistema educativo: clases nocturnas para trabajadores, educación primaria y
secundaria más amplia y reforma universitaria, especialmente para separar el sistema
estatal de la iglesia. Como intendente, transformó Santiago. Prosiguió la reforma
penitenciaria, basándose en las observaciones realizadas durante sus viajes por
Estados Unidos y Europa, y reorganizó la policía. Impulsó las instituciones que
reconocían los derechos de la mujer. Estableció la primera sociedad de protección
animal. Más tarde en su vida, se convirtió en un orgulloso oficial del nuevo cuerpo de
bomberos de Santiago, después de haber hecho una larga y ardua campaña por
conseguir este servicio tan vital para la capital.
Algunas de sus ideas serían anatema en el Chile de hoy; en particular, su
determinación por “civilizar” las tierras mapuches de la Araucanía. Ciertamente, no
ganó todas las campañas que luchó. Pero triunfaba con frecuencia. Y es notable
observar que, aún a esas causas por las que luchó en vano, les dedicó una convicción
y un compromiso tal que incluso sus oponentes no tenían más remedio que admirar.
Uno de sus célebres biógrafos, Luis Galdámes, escribió: “El 25 de agosto de 1861,
Vicuña Mackenna cumplía los treinta años; pero había trabajado y actuado tal
intensamente que sin hipérbole pudiera decirse que ya había hecho su vida”
Galdames, L. (1931). La Juventud de Vicuña Mackenna. Santiago de Chile :
Universidad de Chile. Otro célebre historiador, Francisco Encina, afirmó: “No encuadra
la historia de Chile un dinamismo comparable. Lo que hizo durante los 55 años de su
vida difícilmente pudieran realizarlo diez hombres normales” Encina, F. A. (1964).
Resumen de la Historia de Chile. Santiago de Chile: Empresa Editora Zig-Zag.
Entonces, Meteor es una especie de metáfora de una vida que se disparó temprano a
la estratosfera, ardió intensamente y cayó a la tierra prematuramente. Sin duda, es una
vida que merece reconocimiento tanto fuera como dentro de Chile. Benjamín Vicuña
Mackenna no fue un hombre común.”